Es una fruta muy dulce cuya pulpa, una vez maduro, se puede
comer con cuchara, según la variedad que se trate.
Por su aporte de provitamina A, se recomienda su consumo a
toda la población en especial niños, mujeres embarazadas y en periodo de lactancia. Es una vitamina esencial para la salud de los ojos, piel y mucosas.
También aporta vitamina C, que interviene en la formación de
los huesos, dientes, colágeno, glóbulos rojos, favorece la absorción del hierro
de los alimentos y refuerza el sistema inmune.
Las vitaminas A y C, como antioxidantes, contribuyen a
reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y de cáncer.
Su riqueza en pectina los hace recomendables para tratar el estreñimiento, cuando
se encuentran en su punto adecuado de madurez.
Presentan también un buen aporte de vitamina B1 y B2, las
cuales favorecen un correcto funcionamiento del sistema nervioso.
Su contenido en potasio y bajo aporte de sodio, hace del
caqui una fruta muy recomendada para las personas que sufren de hipertensión
arterial y afecciones cardiovasculares, pues el potasio es necesario para la
transmisión del impulso nervioso y para una actividad muscular normal.
Pero el caqui no es bueno sólo por dentro. También lo es si
se usa externamente. Con él se puede hacer una estupenda mascarilla para
hidratar la piel seca, ideal para el invierno, pues con el frío tiende a
resecarse más de lo habitual.
¿Cómo hacemos la mascarilla?
Tomamos la pulpa de un caqui maduro, la ponemos en un
recipiente (bol) y le añadimos una cucharada de postre de aceite de oliva,
triturando todo hasta que se mezcle.
Aplicamos esta mezcla en cara y cuello, retirando con agua
fría pasada media hora..
¡No diréis que no se aprovecha bien esta fruta!
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